- por él -

Existe un oído
que oye
los sonidos
del mundo exterior

y hay otro oído
que se abre
a los sonidos que habitan
un mundo interior infinito,
el mundo del silencio.

A veces la conciencia
queda en equilibrio
en el dintel del alma,
suspendida
entre ambos mundos

y asiste al milagro de la música,
que traduce los movimientos del alma en sonidos
y los sonidos
en movimientos del alma.

A veces la música es como una botella
que flota a la deriva en el océano del silencio,
llevando el mensaje del náufrago solitario ...

... otras veces es como una flecha de amor,
disparada desde la profundidad del ser
que hiere primero el corazón del artista
y luego el de quien lo escucha,
uniéndolos a través del tiempo mudo
y del espacio silencioso.

En su forma más pura,
la música del alma humana
sin razón, sin medida,
simplemente porque sí...

... del mismo modo
que el perfume mana
de los pétalos de un jazmín,
ajeno a las actividades de los botánicos
y de los fabricantes de perfumes.

...por eso, el valor de la música
no reside en la cantidad
de las notas que se tocan,
sino en la calidad del aliento
en el que se apoya.

La música existe
porque en el océano de la vida
hay movimientos del alma
que son demasiado sutiles
para apresarlos con las redes
de la palabra.

( José Luis Tubert )

miércoles, 30 de marzo de 2011

- por él -

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